Hoy en día, con gran probabilidad, la mayoría experimentamos tensión de algún tipo en algún momento. A nivel físico, podemos constatar cómo los músculos se vuelven rígidos y nos hacen sentir incomodidad e incluso dolor y molestias. Un buen masaje corporal ayuda a disolver la tensión muscular, permitiendo que los músculos se relajen y distiendan.
Como resultado de esta relajación experimentamos un gran bienestar. Pero… ¿qué sucede con la tensión y la rigidez de la mente? En realidad la tensión física sólo es una manifestación final de toda la tensión que acumulamos en nuestra conciencia.
¿Cómo podemos masajear nuestro ser espiritual? Aprende a ir al silencio y a observar todo lo que sucede como parte de un juego o una obra de teatro. Aprende a separarte, internamente, de todo lo que está aconteciendo.
Simplemente unos momentos en esta conciencia nos permiten darnos cuenta de cómo nos estamos aferrando a las situaciones y eventos. Posiblemente estamos intentando controlar el mundo que nos rodea.
Date cuenta de que desde la paz es desde donde mejor vas a poder influenciar al mundo que te rodea. Desde la paz puedes aportar calidad y perspectiva a todo lo que haces. Deja de aferrarte a tus expectativas y deseos. Deja que la vida fluya según su curso y aprende a fluir con los cambios. Aprende a disfrutar del juego, como un observador desapegado.
Este es el masaje del alma: buscar diferentes momentos durante el día para desconectar del juego, entrar en nuestro espacio interior y conectar con nuestro estado natural de paz espiritual. Las tensiones de la mente se disuelven y la armonía retorna a la conciencia. ¡Pruébalo!