Entrevista con la psicóloga, escritora y divulgadora Alejandra Vallejo-Nágera:
“Buena parte de las dolencias que padecemos tienen una causa emocional y de descontrol de pensamiento”, señala Vallejo-Nágera. Esta es la premisa de la que parten las técnicas de reducción del estrés basadas en la atención plena (o “mindfulness”, en inglés) desarrolladas en la Universidad de Massachusetts (EEUU) hace más de un treinta años.
Cuando una persona tiene estrés, señala Vallejo-Nágera, lo primero que
sufre es la calidad de su sueño y, en segundo lugar, el aparato
digestivo. Para los pacientes que la psicóloga trata en el Centro Médico de Enfermedades Digestivas,
en Madrid, “la medicina tradicional no ofrecía soluciones”, señala. La
alternativa es este programa en el que a lo largo de cinco semanas los
pacientes aprenden técnicas que, según explica, “les servirán para toda
la vida”.
¿Cómo, exactamente? Incorporamos a la medicina
tradicional occidental conceptos o hábitos que se vienen manejando desde
hace siglos en la medicina oriental. El cuerpo es la voz de un sistema
emocional que no puede expresarse más que a través de la mente. Como
mente y cuerpo pertenecen a misma persona, el beneficio de una repercute
en beneficio de otra. Y viceversa. El estrés se auto induce. Sus
hermanas mayores son la ansiedad y la angustia. El cerebro se va
programando con amenazas externas que no suelen ser tan amenazadoras en
la realidad. Por eso hay que enseñar a las personas a “desprogramarse”.
No se trata de evadirte, al contrario. Se trata de hacer lo mismo que
todos los días, tus actividades cotidianas, pero con la conciencia
lúcida, con el sistema nervioso tranquilo. Plenamente atento y
presente.
¿Qué es lo que aprenden estas personas? La primera
técnica es respirar. Cuando decimos a los pacientes que les vamos a
enseñar a respirar se frustran, porque están esperando algo
extraordinario. Pero cuando la persona está nerviosa respira mal.
Respira sólo con la zona clavicular, con lo cual el cerebro se oxigena
peor y se entumece. En segundo lugar, les enseñamos a meditar. No hay
nada aquí religioso ni evasivo. Es un ejercicio intelectual
poderosísimo. Cuando la persona está estresada, el cerebro se queda
entumecido, y el problema lo absorbe todo. Pero después de seguir el
curso y aprender a meditar todos los días, el cerebro sigue contemplando
el problema, pero también las soluciones. Lo prueban, por ejemplo, los
experimentos de Herbert Benson (de la Universidad de Harvard) sobre los efectos de la meditación en el cerebro.
Para eso no hacen falta psicólogos... Las técnicas de
la atención plena se acompañan, en el contexto terapéutico, de terapia
cognitivo-conductual: orientas a las personas para que descubran cómo
las emociones modifican el pensamiento y este, a su vez, modifica la
acción. El programa de reducción de estrés consiste en saber qué hacer
para pisar el freno, y encontrar ese espacio necesario entre emoción,
pensamiento y acción.
Antes de actuar, frena. ¿Quién necesita frenar? En el contexto de este programa, personas con trastornos digestivos y neurológicos, fibromialgias,
dolores de cabeza, alteraciones del sueño por estrés… El alumno pone en
práctica en casa todo lo que aprende en clase. La recompensa es una
mejoría en su salud y, en el caso de los enfermos con problemas
digestivos, capacidad para alimentarse y disfrutar de la comida, en
lugar de engullir o utilizar la comida para “anestesiarte”. Todos ellos
aprenden a disfrutar las rutinas diarias. La ducha de la mañana, por
ejemplo, es un momento placentero, pero la persona estresada no lo
disfruta; está pensando en el futuro. La meditación ayuda a disfrutar
del momento presente.
¿Qué piensa de esto la comunidad médica? En EEUU estas
técnicas llevan muchos años poniéndose en práctica. Pero España no es,
precisamente, un país pionero en este sentido. La comunidad médica va
estando cada vez más preparada porque la unión de cuerpo y mente es
real, y los médicos son cada vez más conscientes. Algo importante es que
no se ha producido ni un solo caso en el que esta metodología cause
daños. Si no se practica, no se producen beneficios, eso es todo. En el
curso de verano organizado por la Universidad Autónoma de Madrid [donde
Vallejo-Nágera impartía un curso de estrés y deterioro cognitivo] con
científicos de otras universidades, todos coincidíamos en esto: la
medicina contra el estrés se llama meditación.
Hay quien dice que no tiene tiempo para meditar. No es
más que una excusa. No tiene que ver con el tiempo sino con estar
presente. Su mente se proyecta en la cantidad de cosas que tiene por
hacer, y no está disfrutando de lo que esta tiene entre manos en este
momento.
Y hay quien desconfía de la palabra meditación. Los
españoles tienen la idea de que meditar es evadirse, o es cosa de vagos o
de hippies. Pero esa creencia no es real, es puro desconocimiento. Se
trata de tomar conciencia de en qué y cómo llevas a cabo tu rutina
diaria. De prestar atención absoluta al cuerpo y a la mente.
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