Los aforismos 20, 21 y 22 van a dar a
Patanjali la oportunidad de darnos el siguiente mensaje: para todas las
personas que no hemos venido al mundo con las disposiciones o capacidades tan
particulares, de las que nos habló en el Sutra 19, sigue habiendo esperanza.
También vamos a poder progresar hacia el Estado del Yoga.
Eso si, apoyados en una convicción profunda a
la que llamamos Shraddhâ. Es una fe
absoluta en el Camino del Yoga. Esta creencia, esta convicción, viene de lo más
profundo del Ser y va a inspirar su práctica de yoga. Esta persona va a tener
la fuerza, el ardor que produce esta confianza, y que le va a dar el entusiasmo
y la capacidad de volver y volver, constantemente a sus ejercicios de
mantenimiento de la atención. Y, así de forma progresiva ir realizando el
estado de samâdhi.
Patanjali nos va a precisar ahora, en el Sûtra I.21 (tivra samveganam asannah), que en aquellas personas en que esta fe
es muy, muy fuerte, la meta puede ser alcanzada muy rápidamente.
La fe
inmensa es una confianza total y perfecta en el objetivo a alcanzar, y en
el itinerario que lleva a él. Conduce pronto al objetivo, como si los dos
fueran una sola cosa.
No exige ni pruebas, ni explicaciones. Se
trata de una certeza interior que suscita una determinación sin fallo. Y, que
ha de estar llena de valentía, de paz, de humildad y es un valor por el que el
yogui puede ofrecer su vida.
Un nivel de fe tal es una gracia especial,
una cualidad rarísima en el mundo de los humanos.
Y,
en el 22 (mridu madhya adhimatra-tvat api tatah visheshah) lo que va a precisar
es que la meta se va a alcanzar, precisamente, en función de la intensidad de
la fe. Si la fe no es demasiado fuerte, hará falta más tiempo. Si la fe es
“media” (madhya) hará falta un poco menos de tiempo; y si la fe es intensa
(adhimatra)…menos tiempo todavía.
Así pues, aquí Patanjali nos concreta que la
fe es algo muy importante. Es algo que, a nivel muy elemental, sabemos
perfectamente. Desde el momento en que tenemos confianza y fe, las cosas se
realizan mucho más rápidamente.
La profundidad de la fe varía inevitablemente
de una persona a otra y, en una misma persona, varía con el tiempo. Los
resultados reflejarán estas variaciones.
La fe viene de lo más profundo del Ser, tiene
fundamentalmente el mismo poder en cada uno de nosotros. A pesar de todo… si se
une a las fuerzas contradictorias de la naturaleza, se altera. Si es débil,
tiene grandes dificultades para atravesar las nubes de la ignorancia.
Y, si es insuficiente, será indispensable la
ayuda de un guía que nos transmita y comparta la fuerza de su propia fe.
Y, es así como Patanjali acaba la primera parte del Libro I en el que
nos ha ido definiendo el Yoga (sûtras 1 a 4); nos ha expuesto las distintas actividades ordinarias de la
mente (sûtras 5 a 11) y nos ha presentado el camino para alcanzar el estado de
Yoga o samâdhi (sûtras 12 a 18).
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