El ego no se siente bien, a gusto, con montículos; quiere
montañas. Incluso si es una desdicha, no debería ser un montículo, debería ser
un Everest. Aunque es desdichado, el ego no desea ser ordinariamente
desdichado; desea ser ¡extraordinariamente desdichado!
La gente sigue y sigue
creando grandes problemas de la nada. ¡He hablado con miles de personas sobre
sus problemas y aún no he dado con un verdadero problema! Todos los problemas
son falsos... los creas porque sin problemas te sientes vacío. No hay nada que
hacer, nada contra qué luchar, ningún lugar a dónde ir. La gente va de un gurú
a otro, de un maestro a otro, de un psicoanalista a otro, de un grupo de
encuentro a otro, porque si no van, se sienten vacíos, y de pronto sienten que
la vida no tiene significado. Creas
problemas de modo que puedas sentir que la vida es un gran trabajo, un
crecimiento, y tienes que luchar duro.
El ego sólo puede
existir cuando lucha, recuerda... cuando lucha. Y si te digo, "Mata tres
moscas y te iluminarás", no me creerías. Dirás, "¿Tres moscas? Eso no
parece ser mucho. ¿Y me iluminaré? Eso no parece ser probable". Si te digo
que tendrás que matar setecientos leones, por supuesto ¡eso sí tendrá más
sentido! Cuanto mayor es el problema, mayor es el desafío... y con el desafío
el ego aparece, vuela alto. Tú creas los problemas. Los problemas no existen.
Los sacerdotes y los
psicoanalistas y los gurúes, son felices porque su negocio entero existe
gracias a ti. Si no creas montículos de la nada y no conviertes tus montículos
en montañas, ¿qué sentido tiene que los gurúes te estén ayudando? Primero
tienes que estar en forma para ser ayudado.
Los verdaderos maestros
han estado diciendo algo más. Han estado diciendo, "Por favor mira lo que
estás haciendo, qué disparate estás haciendo. Primero creas un problema, luego
vas en busca de una solución. Sólo mira por qué estás creando el problema,
justo exactamente al comienzo, cuando estás creando el problema, está la
solución ¡no lo crees!" Pero eso no te atraerá porque entonces de repente
eres arrojado de vuelta a ti mismo. ¿Nada que hacer? ¿Ninguna iluminación?
¿Ningún satori? ¿Ningún samadhi? Y estás profundamente inquieto, vacío,
intentando atiborrarte con lo que sea.
Tú no tienes ningún
problema; solamente esto tiene que ser entendido. En este mismo momento puedes
soltar todos los problemas porque son tus creaciones. Dale otra mirada a tus problemas:
entre más profundo mires, más pequeños parecerán. Continúa mirándolos y poco a
poco empezarán a desaparecer. Continúa mirando fijamente y de pronto
encontrarás que hay vacío... un hermoso vacío te rodea. Nada que hacer, nada
que ser, porque ya eres eso.
La iluminación no es
algo para ser alcanzado, es sólo para ser vivida. Cuando digo que alcancé la
iluminación, simplemente me refiero a que decidí vivirla. ¡Ya es suficiente! Y
desde entonces la he vivido. Es una decisión el que ahora no estás interesado
en crear problemas, eso es todo. Es una decisión el que ahora has acabado con
todo este absurdo de crear problemas y de encontrar soluciones.
Todo este absurdo es un
juego que estás jugando contigo mismo: tú mismo te estás ocultando y tú mismo
te estás buscando, eres ambas partes. ¡Y lo sabes! Por eso es que cuando lo
digo, sonríes, te ríes. No estoy hablando de algo ridículo; tú lo entiendes. Te
estás riendo de tí mismo. Sólo obsérvate al reír, sólo mira tu propia sonrisa;
¡tú la entiendes! Tiene que ser así porque es tu propio juego: estás
escondiéndote y esperándote para poder buscarte y encontrarte.
Puedes encontrarte ahora
mismo porque eres tú el que se está escondiendo. Por eso es que los maestros
Zen continúan golpeando. Siempre que alguien llega y dice, "Me gustaría
ser un buda," el maestro se enoja mucho. Porque está preguntando algo
absurdo, él es un buda. Si Buda viene a mí y pregunta cómo ser un buda, ¿qué se
supone que yo haga? Golpearé su cabeza. ¿"A quién crees que estás
engañando? ¡Eres un buda!".
No te crees un problema
innecesario. Y la comprensión amanecerá en ti si observas cómo haces un
problema más y más y más grande, cómo lo haces girar, y cómo ayudas a que la
rueda se desplace más rápido, más rápido y más rápido. Entonces de pronto estás
en la cima de tu desdicha y estás necesitando la compasión de todo el mundo.
El ego necesita algunos
problemas. Si entiendes esto, en el entendimiento mismo las montañas se
convierten en montículos otra vez, y entonces también los montículos
desaparecen. De pronto hay vacío, vacío puro en todas partes. De esto se trata
la iluminación: una profunda comprensión de que no hay problema. Entonces, sin
ningún problema para solucionar, ¿qué harás? Inmediatamente empiezas a vivir.
Comerás, dormirás, amarás, tendrás una charla, cantarás, bailarás. ¿Qué más hay
que hacer? ¡Te has convertido en un dios, has empezado a vivir!
Si la gente puede bailar
un poco más, cantar un poco más, estar un poco más loca, su energía fluirá más,
y sus problemas poco a poco desaparecerán. De ahí que insisto tanto en la
danza. Baila hasta el orgasmo; deja que toda la energía se convierta en danza,
y de pronto verás que no tiene cabeza alguna. La energía atorada en la cabeza
se está moviendo por todas partes, creando hermosos patrones, imágenes,
movimiento. Y cuando bailas llega un momento en que tu cuerpo deja de ser algo
rígido, se vuelve flexible, fluyendo. Cuando bailas viene un momento en que el
límite ya no está tan claro; te derrites y te fundes con el cosmos, los límites
se están mezclando. Entonces no creas ningún problema.
Vive, baila, come,
duerme, haz las cosas tan totalmente como sea posible. Y recuerda una y otra
vez: siempre que te veas creando cualquier problema, escúrrete de él,
inmediatamente.
OSHO
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