"Poco a poco, empecé a reconocer la fragilidad y el carácter efímero de los pensamientos y de las emociones que me habían perturbado durante años, y a comprender cómo, centrando mi atención en los pequeños contratiempos, los había transformado en enormes problemas.
Por el mero hecho de mantenerme sentado observando a qué velocidad,bajo qué formas y con cuánta incongruencia iban y venían mis pensamientos y mis emociones, comencé a ver que éstos no eran tan sólidos y efectivos como parecían.
Luego, en cuanto empecé a dejar de hacer caso a la historia que parecían contarme, poco a poco fui percibiendo al "autor" que se escondía detrás: la conciencia infinitamente vasta e infinitamente abierta, que constituye la propia naturaleza del espíritu.
Cualquier tentativa de describir mediante palabras la experiencia directa de la naturaleza del espíritu está condenada al fracaso. Todo lo que se puede decir sobre ello es que se trata de una experiencia infinitamente apacible, una vez que la hayamos estabilizado por medio de una práctica repetida y casi inquebrantable.
Es una experiencia de bienestar absoluto que impregna todos los estados físicos y mentales, incluyendo aquellos que normalmente se consideran poco placenteros. Este sentimiento de bienestar, independientemente de la fluctuación de las sensaciones que nos llegan del interior o del exterior, es una de las maneras más claras de comprender lo que el budismo entiende por felicidad."
Yongey Mingyur Rimpoché
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