Ir hacia el interior, desarrollar niveles más altos de consciencia, experimentar la divinidad, todo esto tiene poco valor si no se utiliza para crear cambios positivos específicos en nuestro bienestar personal, en nuestras relaciones y en nuestra habilidad de cumplir con nuestros roles en el mundo de manera responsable.
La necesidad de traer la espiritualidad a nuestra vida cotidiana se vuelve particularmente clara cuando comprendemos la ley de causa y efecto. Esta ley enuncia que no existe tal cosa como la coincidencia, todo lo que sucede es el resultado (el ‘efecto’) de algo que sucedió en el pasado (la ‘causa’).
Ésta es la conocida ley del karma. En esencia, esta ley nos está diciendo que lo que sea que viene frente a nosotros hoy es el resultado de nuestros ayeres.
Es el equivalente espiritual de la tercera ley de Newton, que enuncia que ‘para cada acción hay una reacción igual y de signo opuesto’. También están los dichos ‘tu pasado siempre te alcanza’ o ‘lo que siembras es lo que vas a cosechar’. Sin embargo, esto no significa que nuestra vida vaya a estar siempre controlada por las elecciones que hicimos en el pasado y que no hay nada que podamos hacer acerca de ello.
Por el contrario, esta ley es una invitación a la creatividad personal y a la responsabilidad. Podemos tomar esta ley de vuelta en nuestras propias manos aquí y ahora. ¿Cómo? Dándonos cuenta de que esta misma ley también enuncia que nuestro mañana será el resultado de nuestras acciones hoy.
La ley del karma atrae nuestra atención a la importancia del presente. Todo lo que hacemos hoy es como una semilla que se siembra en el jardín de nuestra vida. Si la semilla es de buena calidad, así será su fruto. La calidad de nuestro ‘jardín’ (es decir, nuestra vida) depende de las semillas que sembramos hoy. Está en nuestras manos.
Aquí es donde nos damos cuenta del valor de la consciencia espiritual. Experimentar nuestro ser como un alma y permanecer vinculados al Alma Suprema es la manera fácil de permanecer llenos con las cualidades positivas necesarias para hacer que crezca un hermoso y sano jardín de la vida. Los sentimientos genuinos de alegría y paz crean una calidad de ‘semilla’ muy superior a los sentimientos de ira o resentimiento.
Cuando respondamos a los eventos de la vida desde la experiencia de nuestra consciencia espiritual, seremos los amos de nuestro destino. Cuando reaccionamos a la vida en base al ego, la ira, la avaricia o las muchas características que no tienen nada divino, permanecemos esclavos de las circunstancias y situaciones de la vida, sin mucha esperanza de cambio. Esta elección – responder desde la responsabilidad o reaccionar sin pensar ni reflexionar – siempre será nuestra.
La práctica espiritual nos capacita a ser grandes. Pensar, sentir y actuar desde lo mejor de nuestras habilidades crea una mejor vida para nosotros mismos, y por tanto, para el mundo.
La necesidad de traer la espiritualidad a nuestra vida cotidiana se vuelve particularmente clara cuando comprendemos la ley de causa y efecto. Esta ley enuncia que no existe tal cosa como la coincidencia, todo lo que sucede es el resultado (el ‘efecto’) de algo que sucedió en el pasado (la ‘causa’).
Ésta es la conocida ley del karma. En esencia, esta ley nos está diciendo que lo que sea que viene frente a nosotros hoy es el resultado de nuestros ayeres.
Es el equivalente espiritual de la tercera ley de Newton, que enuncia que ‘para cada acción hay una reacción igual y de signo opuesto’. También están los dichos ‘tu pasado siempre te alcanza’ o ‘lo que siembras es lo que vas a cosechar’. Sin embargo, esto no significa que nuestra vida vaya a estar siempre controlada por las elecciones que hicimos en el pasado y que no hay nada que podamos hacer acerca de ello.
Por el contrario, esta ley es una invitación a la creatividad personal y a la responsabilidad. Podemos tomar esta ley de vuelta en nuestras propias manos aquí y ahora. ¿Cómo? Dándonos cuenta de que esta misma ley también enuncia que nuestro mañana será el resultado de nuestras acciones hoy.
La ley del karma atrae nuestra atención a la importancia del presente. Todo lo que hacemos hoy es como una semilla que se siembra en el jardín de nuestra vida. Si la semilla es de buena calidad, así será su fruto. La calidad de nuestro ‘jardín’ (es decir, nuestra vida) depende de las semillas que sembramos hoy. Está en nuestras manos.
Aquí es donde nos damos cuenta del valor de la consciencia espiritual. Experimentar nuestro ser como un alma y permanecer vinculados al Alma Suprema es la manera fácil de permanecer llenos con las cualidades positivas necesarias para hacer que crezca un hermoso y sano jardín de la vida. Los sentimientos genuinos de alegría y paz crean una calidad de ‘semilla’ muy superior a los sentimientos de ira o resentimiento.
Cuando respondamos a los eventos de la vida desde la experiencia de nuestra consciencia espiritual, seremos los amos de nuestro destino. Cuando reaccionamos a la vida en base al ego, la ira, la avaricia o las muchas características que no tienen nada divino, permanecemos esclavos de las circunstancias y situaciones de la vida, sin mucha esperanza de cambio. Esta elección – responder desde la responsabilidad o reaccionar sin pensar ni reflexionar – siempre será nuestra.
La práctica espiritual nos capacita a ser grandes. Pensar, sentir y actuar desde lo mejor de nuestras habilidades crea una mejor vida para nosotros mismos, y por tanto, para el mundo.
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