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lunes, 15 de junio de 2020

Viniyoga, ahora más que nunca

Estas exposiciones tratan de dar un punto de vista más amplio del significado del término Viniyoga. Creo que nos podrá ayudar a entender por qué en su día T.K.V. Desikachar creyó que este término representaba de manera adecuada las enseñanzas de su padre.





martes, 15 de marzo de 2016

“Los 8 miembros del yoga” - ASANA

“Los 8 miembros del yoga”
ASANA

Posturas, disciplina psicofísica



¿Qué es un ASANA? ASANA se traduce como postura. Se deriva de la raíz del sánscrito que significa     “permanecer”, “ser”, “sentarse” o “estar seguro en una posición en particular”.

En Yoga Sutra de Patanjali se especifica que el ASANA tiene dos cualidades importantes:

Sthira: significa firmeza y actitud alerta
Sukha: se refiere a la habilidad de mantenerse cómodo en una postura.

En horario de 9:oo a 11:oo durante el próximo sábado 19 iremos  explorando  estos  aspectos.

Aportación: 15 euros por sesión
  


En CENTRO NAMASTE
Imparte Beatriz  (estudiante y profesora de yoga)
Confirmar asistencia a Gemma – 662 16 60 66
fisio.gemma@gmail.com
C/ Duquesa Villahermosa, 161 - 50.009 Zaragoza





lunes, 7 de enero de 2013

YOGA-SUTRA I. 23

YOGA SUTRA I.23  Îshvara pranidhânâdvâ

Si, habitualmente, asociamos la primera parte del primer libro de los Yoga Sûtras de Patanjali con el Sâmkhya Yoga; en la segunda parte, cuyo estudio comenzamos ahora, vemos aparecer en Patanjali una enseñanza, que no ha sido presentada en la primera parte, y, que se denomina Bhakti Yoga.
Con el aforismo I.23 exploramos un nuevo ámbito de los Yoga-Sûtra: el que presenta una serie de medios para la realización del yoga. El primero – la devoción – también es el más importante. Le dedicamos, por tanto, una atención particular.
Hay diferentes medios para alcanzar el estado llamado samâdhi. La práctica y el desapego (como vimos en sûtras anteriores) pueden conducirnos a él. Cuando alguien ha realizado el samâdhi, se aproxima a Dios y las consecuencias superan toda descripción. En el intento para alcanzar la perfección, si estamos todavía implicados por tendencias pasadas, aunque se obtengan facultades y poderes extraordinarios, la mente vuelve a un estado inestable.
Patanjali tenía conciencia de que estos medios eran difíciles de poner en práctica, y dadas las condiciones de vida de nuestra época…todavía más, y propone un método “muy fácil, accesible a todos”: îshvara pranidhâna.
Ishvara significa Dios, con todos sus atributos y cualidades. Representa el poder de creación, de conservación y de disolución del universo. En los sûtras siguientes, de esta sección, Patanjali nos irá dando su definición de ese Ishvara y veremos que está investido de cualidades nobles como la compasión, la fuerza, la accesibilidad y el poder de perdonar. Podemos representarlo con aspecto o atributos variados, según nuestras creencias, y aceptar una entidad más grande, más poderosa, más inteligente requiere humildad. No se va hacia Dios exigiendo, eso no sería ya pranidhâna. Es preciso, también, merecerlo. Como escribió Desikachar “los antiguos nos han enseñado a rezar a Dios con respeto, con sumisión, la cabeza baja y las manos juntas, pero sin miedo. En signo de humildad no miramos más que sus pies porque es demasiado grande, pero no le tememos...porque estamos llenos de amor por El.”

 
Pranidhâna significa el abandono incondicional de los devotos a îshvara y a ningún otro. Esto no se expresa con palabras, sino con todas las acciones, palabras e intenciones.
La actitud mental a adoptar (en palabras de Krishamacharya) puede resumirse así: “yo soy el receptáculo de los sufrimientos provenientes de mi pasado y de mi entorno presente. Sufro igualmente el peso de fuerzas que no controlo. No puedo atribuirle la falta a otros. Îshvara solo, por su compasión, puede borrar este sufrimiento. No pide nada a cambio. Sálvame, me entrego a ti”.
De un abandono tal, a Îshvara derivan el estado de samâdhi y los demás beneficios que le son inherentes.
A partir de este aforismo 23, que inicia la quinta sección del Libro I, Patanjali da una nueva indicación de la que no ha hablado hasta ahora. Y, presenta esto como un camino. Y, el camino sería Îshvara pranidhânâd vâ. El hecho de que Patanjali diga pranidhanâ acabado en “a larga”, nos da una indicación gramatical que indica que se trata de un camino. Es como si Patanjali nos dijera “por el camino que consiste en…”, en volverse hacia Ishvara.
El vâ del final de este aforismo se suele traducir por “o bien”, pero, también según la enseñanza de Krishnamacharya puede significar único, exclusivo, importante. Según el, en este caso no implica una posibilidad entre otras, sino más bien nos muestra su importancia y prioridad. Algo así como decirnos, que entre todos los medios disponibles hoy, îshvara pranidhâna figura en primer plano.
Desde esa doble interpretación, puede darse una doble explicación al Sûtra, una que iría dirigida a quien esté muy inmersa en la bhakti, en la devoción Pero, igualmente, puede servir a otra persona que argumente de otra manera y que simplemente pueda decir que la devoción vuelta hacia Dios es un medio, entre otros.
Es una fórmula muy abierta y excelente, porque el Yoga, lo que hace es abrirse a todas las personas independientemente de sus creencias religiosas o, también, si son agnósticas o ateas.  En este último caso, la fórmula principal del yoga de Patanjali de abhyâsa-vairâgya, es la adecuada y suficiente, porque se puede no tener creencias religiosas, pero, tener una búsqueda espiritual. No es, entonces, una búsqueda mística, vuelta hacia Dios, pero si una búsqueda de lo esencial, de nuestra verdadera naturaleza.
Reconocemos en esta enseñanza de Krishnamacharya, la influencia de una persona muy inmersa en la Bhakti, y que considera que el camino de liberación, por excelencia, es el de volverse hacia Dios y pedirle ayuda.
Pero, a la vez hay una gran tolerancia y apertura, hacia las otras personas que no quieran seguir este camino. Sería erróneo creer que îshvarapranidhâna basta por sí solo y que las sugerencias que siguen en los siguientes sûtras carecen de valor. De hecho, quizás su verdadero espíritu sea permitir a cada persona escoger la vía que le ayudará a mantener su búsqueda.

viernes, 18 de mayo de 2012

CONGRESO DE YOGA DE LA COSTA DEL SOL

El Instituto de Estudios del Yoga convoca el VI  Congreso de Yoga de la Costa del Sol bajo el formato gratuito, independiente y solidario que le ha convertido en precedente de otras convocatorias y congresos similares en toda la Península: 

lunes, 26 de marzo de 2012

YOGA-SÛTRAS I.21 y 22


     Los aforismos 20, 21 y 22 van a dar a Patanjali la oportunidad de darnos el siguiente mensaje: para todas las personas que no hemos venido al mundo con las disposiciones o capacidades tan particulares, de las que nos habló en el Sutra 19, sigue habiendo esperanza. También vamos a poder progresar hacia el Estado del Yoga.
Eso si, apoyados en una convicción profunda a la que llamamos Shraddhâ. Es una fe absoluta en el Camino del Yoga. Esta creencia, esta convicción, viene de lo más profundo del Ser y va a inspirar su práctica de yoga. Esta persona va a tener la fuerza, el ardor que produce esta confianza, y que le va a dar el entusiasmo y la capacidad de volver y volver, constantemente a sus ejercicios de mantenimiento de la atención. Y, así de forma progresiva ir realizando el estado de samâdhi.

     Patanjali nos va a precisar ahora, en el Sûtra I.21 (tivra samveganam asannah), que en aquellas personas en que esta fe es muy, muy fuerte, la meta puede ser alcanzada muy rápidamente.
La fe inmensa es una confianza total y perfecta en el objetivo a alcanzar, y en el itinerario que lleva a él. Conduce pronto al objetivo, como si los dos fueran una sola cosa.
No exige ni pruebas, ni explicaciones. Se trata de una certeza interior que suscita una determinación sin fallo. Y, que ha de estar llena de valentía, de paz, de humildad y es un valor por el que el yogui puede ofrecer su vida.
Un nivel de fe tal es una gracia especial, una cualidad rarísima en el mundo de los humanos.

    Y, en el 22 (mridu madhya adhimatra-tvat api tatah visheshah) lo que va a precisar es que la meta se va a alcanzar, precisamente, en función de la intensidad de la fe. Si la fe no es demasiado fuerte, hará falta más tiempo. Si la fe es “media” (madhya) hará falta un poco menos de tiempo; y si la fe es intensa (adhimatra)…menos tiempo todavía.

Así pues, aquí Patanjali nos concreta que la fe es algo muy importante. Es algo que, a nivel muy elemental, sabemos perfectamente. Desde el momento en que tenemos confianza y fe, las cosas se realizan mucho más rápidamente. 

La profundidad de la fe varía inevitablemente de una persona a otra y, en una misma persona, varía con el tiempo. Los resultados reflejarán estas variaciones.
 
La fe viene de lo más profundo del Ser, tiene fundamentalmente el mismo poder en cada uno de nosotros. A pesar de todo… si se une a las fuerzas contradictorias de la naturaleza, se altera. Si es débil, tiene grandes dificultades para atravesar las nubes de la ignorancia.

Y, si es insuficiente, será indispensable la ayuda de un guía que nos transmita y comparta la fuerza de su propia fe.

         Y, es así como Patanjali acaba la primera parte del Libro I en el que nos ha ido definiendo el Yoga (sûtras 1 a 4); nos ha expuesto  las distintas actividades ordinarias de la mente (sûtras 5 a 11) y nos ha presentado el camino para alcanzar el estado de Yoga o samâdhi (sûtras 12 a 18).


miércoles, 14 de marzo de 2012

CURSO DE INTRODUCCIÓN A VINIYOGA


El próximo miércoles  21  DE MARZO, va a comenzar en Zaragoza un curso de INTRODUCCIÓN AL YOGA, en la línea de VINIYOGA (http://www.etyviniyoga.es/index.php?option=com_content&view=article&id=110&Itemid=55).

Tendrá una duración de varios meses. Posiblemente hasta mediados o finales de junio, dependiendo del interés del grupo. 

Se va a impartir de forma GRATUITA.


PROFESOR: FERNANDO HERRANDO  - Mail: fernandoherrando@gmail.com 
                                                                    Tfno: 651.82.02.87

LUGAR: EWE PILATES, Estudio de Wellness y Entrenamiento personal (Centro para el aprendizaje y la práctica del METODO PILATES, y otras disciplinas afines) - Calle Verónica 16, ( 50001 Zaragoza) 

DÍA Y HORA: MIÉRCOLES de 10 a 11.30 horas.

Por favor, los interesados poneros en contacto con Fernando, en el mail o teléfono, arriba indicado, porque el número de plazas es limitado y se admitirá a los alumnos por orden de inscripción.

jueves, 16 de febrero de 2012

sábado, 29 de octubre de 2011

Sûtra I.20: Shraddhâ vîrya smriti smâdhiprjnâ pûrvaka itareshâm


 Comentario
Este aforismo presenta la cualidad de las personas que aspiran a la libertad completa, desembarazada de todas las formas de apego. Esas personas la alcanzan gracia a su fe inquebrantable.
El yoga, recordémoslo, existía mucho antes que Patanjali. Se dice que el Señor Nârâyana enseñó el yoga a los seres eternos que le rodeaban. Estos instruyeron a Vasishta quien, a su vez instruyó a su propio hijo. Este lo transmitió a Parâshara, éste a Anka y luego a Vyâsa. Es un buen ejemplo de transmisión de maestro a discípulo, un método de instrucción que conserva el espíritu y contenido de disciplinas como el yoga, el canto védico y los rituales. Puede darse que de otra forma estas disciplinas no den los resultados esperados.
La experiencia del samâdhi no se puede realizar sin la conducción e instrucción de un maestro. Para ayudarlos se dan en las escrituras sagradas numerosas indicciones.
¿Qué es el samâdhi? Es la facultad que  posee el espíritu – libre de las provocaciones de la excitabilidad (rajas) y de la inactividad (tamas) – de hacer la experiencia de la verdadera naturaleza del objeto de meditación.
El gran santo Yamunâchârya propone el “ahamgrahapâsana”* como medio de acceso a ese estado. El aspirante que se vincula íntimamente con “aham” tendrá éxito en todo lo que emprenda, incluido el “samâdhi”. Aquí “aham” debe entenderse como la presencia de Dios en nuestras acciones. No es pues el “aham” de la escuela Sâmkhya para la que aham es uno de los estados de la materia inanimada.
El samâdhi deviene entonces ese contacto íntimo con “Dios que reside en nuestro corazón” (antaryamin). La fe, la voluntad de proseguir y la capacidad de acordarse de lo que se debe hacer ayudan en gran manera en esa aventura; sin embargo, la práctica constituye su elemento más importante. En cierto sentido el tercer aforismo de este capítulo contiene la misma idea.
La experiencia de gozo y sabiduría extraordinarios es una consecuencia del contacto con Dios. Quien ha visto una parte de un templo seguirá adelante hasta el coro. De manera semejante, quien ha percibido la presencia oculta de su jîva irá más lejos y alcanzará al espíritu supremo: Dios.
Es difícil describir la naturaleza de semejante experiencia. Algunos la ven como una relación entre un profesor y su alumno, otros como la de un padre con su hijo.

Liberarse del sufrimiento
Desikachar: Los aforismos y sus comentarios muestran que las personas que buscan por la vía del yoga pueden ser clasificadas en dos grupos. El primero comprende individuos en busca de un provecho: buena salud, mente potente, capacidad de dominar la mente de los demás, poder sobre los elementos, experiencias superiores, a saber, “placeres celestiales”, etc. El otro grupo está formado por algunas raras personas cuyo único objetivo es la liberación. Estos han comprendido por propia experiencia, reflexión o la ayuda de un maestro, que los placeres no traen a fin de cuentas más que problemas. Esto se debe a que esas satisfacciones no son eternas, existe pues un riesgo de perderlas y cada deseo basto, una vez satisfecho, es substituido en seguida por un nuevo antojo.
Con una gran voluntad estas personas deciden finalmente no aceptar ya otra cosa que la liberación total del sufrimiento. Desde el momento que un elemento es capaz de crear un problema, con su gran sabiduría lo apartan. Son “mukti”, no viven más que para lo que les libera de las dificultades.
Estas dos ideas existían ya antes de Patanjali. En India creemos que Dios estuvo en el origen de la enseñanza del yoga. Se considera que grandes maestros como Vasishta, Parâshara o Vyâsa recibieron la enseñanza de Dios mismo o de sus padres. Esta enseñanza, recibida directamente de Dios, se transmitió para la realización de mukti: la felicidad eterna.
El aforismo 20 se dirige a los que buscan esa liberación definitiva del dolor y presenta la cualidad principal requerida en dicho fin: Shraddhâ.
Shraddhâ es la fe inquebrantable, la que mueve montañas, la que elude todo compromiso. La persona en la que habita esta cualidad primordial va hasta el final, sin dejarse turbar por los fracasos. De hecho, en presencia de Shraddhâ el fracaso mismo se considera como útil: permite medir la fuerza y la cualidad de la fe. Cada error, cada revés se transforma en trampolín. La persona vuelve a partir una y otra vez y aún con mayor entusiasmo.

Dicha cualidad de confianza inquebrantable sustenta y magnifica una segunda cualidad: vîrya – la fuerza, energía. Pese a las oposiciones o reveses no sólo no se da desánimo alguno, sino que la persona no escarmienta en absoluto. Es que no conoce el abatimiento. Al contrario, está radiante de carácter y vigor.

Entonces viene “smriti”: la memoria, la capacidad de acordarse de la dirección que hay que seguir, sin equívocos, sin vacilar.  Con la confianza, la energía y la memoria de la vía, el estado samâdhi se hace accesible. Samâdhi es conocer, vivir la experiencia de la verdadera naturaleza del objeto de meditación. Como dice mi padre, esto se hace a través del órgano psíquico libre de su pesadez y excitabilidad habituales.




Ahamgrahapâsana

El profesor Krishnamacharya introduce a continuación una idea que emana de su ilustre antepasado Yamunâchârya: la meditación, la reflexión sobre el conocimiento del “yo” (Ahamgrahapâsana). En tal contexto, el aham o “yo” es la presencia de Dios mismo en el interior del hombre.
En esta averiguación sobre Dios la mente es el instrumento de la búsqueda, el jîva se convierte en un cuerpo par ese “yo” divino y la meditación se centra en la visión de Dios en nuestro corazón. Según mi padre, la averiguación constante sobre “Dios que se encuentra en el corazón” (antaryâmin) alimenta la fe.
Uno de los modos de funcionamiento favorito de la mente corriente es la imaginación. En el momento en que se penetra en el campo de lo sutil, la imaginación amenaza reemplazar la verdadera averiguación. Uno cree que realiza una meditación de calidad y de hecho sueña despierto. Interviene aquí, por tanto, una noción importante: la de ayuda exterior, del profesor.
¿Quién será este profesor? Alguien que nos observe con objetividad, en quien se tiene confianza, una persona que da prueba de sabiduría. Para algunos será Dios mismo.
Así la fe, una poderosa voluntad de ir adelante en la dirección escogida y esa llamada constante al espíritu del objetivo final son los medios de alcanzar mukti, el estado “más allá de las dificultades”, la liberación.

Preguntas:
  • El profesor Krishnamacharya dice que la experiencia de samâdhi sólo se puede realizar bajo la conducción e instrucción de un profesor. Para otros el samâdhi es una especie de estado de gracia que, en cierta manera puede “caerle encima” a uno, a veces incluso oponiéndose su cuerpo. ¿Cómo se explica esta diferencia en la interpretación?
  o   En realidad no hay ninguna contradicción. El samâdhi espontáneo es un estado de gracia extraordinario que viven muy raras personas de una humildad extrema; éstas encuentran a sus profesores por todas partes en el mundo, en cualquier cosa y momento.
Por el hecho de vivir con una atención, escucha y abertura totales, no tienen necesidad de “maestro”, ya que la vida entera es su profesor. Para ellas cada acontecimiento se convierte en aprendizaje. El más pequeño gesto, palabra o cambio afina su sabiduría.  Y todo por su humildad.
A falta de humildad, hay que pasar necesariamente por la relación con alguien que mediante su presencia, consejos y exigencias, ayudará a conseguir algo y a progresar en el camino del yoga. Aceptar la autoridad de otra persona no es, sin embargo, siempre fácil: confiar, seguir una enseñanza, aprender a obedecer, no considerarse siempre como el maestro, ser capaz de escuchar. Sin esta humildad sólo se aumenta el propio orgullo.

  •  Actualmente disponemos de múltiples medios de información (libros, casetes audios y vídeo…) ¿Semejante profusión hace al profesor más o menos importante que antes?
  o    Hay que felicitarse por la existencia de todos estos medios técnicos. Porque son útiles. Tenemos mucha suerte de vivir en esta época en la que se puede mandar y recibir cada vez más información. ¿Por qué habría que rechazarlos? Sin embargo, como los órganos de los sentidos, no son más que instrumentos. Tanto en un caso como en el otro, el espíritu debe permanecer en el señor. Desgraciadamente se ven aparecer situaciones de dependencia cada vez más importantes en relación con libros y casetes. Hay quienes cuentan de forma permanente con esos objetos para cualquier decisión. Y pierden toda autonomía.
El papel del profesor consiste, al contrario, en reforzar el libre arbitrio del  alumno, seguir su evolución paso a paso, adaptarse a los acontecimientos, escuchar, observar, intervenir o no intervenir. Esto no pueden hacerlo los libros ni los casetes.
Bien utilizados, libros y casetes son de gran utilidad, pero no una panacea.

Empezar por el bigote?

  •  La meditación sobre el sentido del “yo”, esa investigación sobre “Dios que se encuentra en el corazón del hombre” me parece difícil de llevar a  cabo. ¿Cómo se llega a ello?
  o  En este campo, más aún que en otros, es necesaria la progresión gradual. Algunas personas  están preparadas, comprenden y viven esas experiencias intensamente. Para otras, hay que partir de mucho más lejos.
Me acuerdo de un seminario de “comportamiento y organización”. El animador había pedido a los asistentes que dirigieran su mirada sobre sí mismos, que intentaran descubrirse. Por la noche, cuando la discusión, nos dimos cuenta de que casi todos los participantes habían reflexionado gran parte del día sobre la cuestión, excepto una persona, un director de empresa.
Éste se había preguntado: ¿Qué es toda esta historia?; luego se había dirigido a los servicios para mirarse en un gran espejo. Salió al cabo de un breve minuto e hizo su informe: He visto que mi personalidad está ligada a mi bigote. Eso soy. Admito que empieza a hacerse un poco gris, pero no creo que esto sea importante.

No creo que Yamunâchârya nos invite a examinarnos el bigote; sin embargo, para algunos, este es el primer paso. Nuestros Upanishad confirman que hay que empezar por la investigación de uno mismo. Tenemos un cuerpo físico, una columna vertebral.
Yendo un poquito más lejos, uno toma conciencia de la respiración, luego de la importancia de ésta en relación con los sentidos. Con algún éxito y la ayuda de alguien más, se hace posible entonces hacer más profundo el proceso y sobrepasar los aspectos puramente físicos. Uno puede observarse como funciona, mirar sus propios comportamientos psíquicos.
Se trata pues de una investigación que va de lo basto hacia sutil, de lo concreto hacia lo no concreto. Para esto es útil una mente un poco calmada. El profesor Krishnamacharya dice: “un espíritu libre de las provocaciones de la excitabilidad y de la inactividad”. Rajas hace a uno impaciente, impide la observación minuciosa. Tamas le deja a uno clavado e impide la acción. Por consiguiente  es indispensable un mínimo de preparación enfocada a reducir estos dos elementos desfavorables.  Puestos estos preliminares nace la posibilidad entonces de investigar sobre “eso que se encuentra en nuestro interior”.
Hay que añadir todavía dos observaciones a esta pregunta:
  •     Este tipo de meditación (ahamgrahapâsana) no tiene nada en común con la imaginación.
  •     En este tipo de experiencia, la discreción es de recibo, se habla poco de ella, no se escriben libros sobre el tema. El silencio es de rigor ya que eso viene del interior.

Hacia una percepción perfecta de la realidad

  •  ¿Este aforismo se dirige a las mismas personas que el anterior?
  o    El anterior describía la situación, las posibilidades y los riesgos que corren las personas extraordinarias; éste, en cambio, concierne a la mayoría de nosotros. Para nosotros que no tenemos predisposiciones excepcionales, Patanjali da un conjunto de medios. En primer lugar la fe, esta fuerza que puede alejar las tendencias indeseables de la mente y orientarla hacia el estado de yoga. Viva y fuerte, la fe genera automáticamente el poder, la energía y el entusiasmo en la acción,  incluso si hay que volver a empezar con frecuencia. Esta fe es una gracia, nos recuerda sin cesar “la” dirección, el único objetivo.

Fe, energía, memoria del objetivo perseguido, dan un conocimiento de un nivel muy elevado, una percepción perfecta de la realidad.
 
* ahamgrahapâsana: la meditación (upâsana) de la comprensión (graha) del “yo” (aham).

Traducción y realización: Evelyn Figueroa y Frans Moors
Publicado en la Revista Viniyoga nº  12  (Primera época) - Junio 87
y actualmente en http://www.etyviniyoga.es/index.php?option=com_content&view=article&id=249&Itemid=155

martes, 4 de octubre de 2011

ÂSANA: como observar una sesión colectiva

Viniyoga inicia, a partir de este primer número, la publicación de una serie de artículos bajo el epígrafe "Pedagogía". El primero se debe a una profesora de yoga americana, Margaret Pierce, de Atlanta, En el seminario de Gwynn Valley, en septiembre de 1982, Margaret fue galardonada con un primer premio por su "observación de una sesión de Asana ".
 
La bailarina se dirige a su sitio de costumbre, con paso ligero y gracioso. Luego se estira, suspi­rando.
17h 50', la clase empieza dentro de 10 minutos. Una mujer senta­da está absorbida haciendo pun­to. Otra está sentada en ardha padmasana, con el rostro sereno. Una tercera, con el rostro ilumi­nado, pone encima de mi mesa una rosa de largo tallo. Mientras tanto, el practicante de halterofi­lia, con el cuerpo tenso, habla con pasión de su ultimo desgarrón muscular.

18h 58'. Un alumno pregunta con insistencia: "¿Cuál es el significado de samadhi?"
Fuera, un coche se para en seco de un frenazo. La conductora entra, pasa  por encima de los alumnos echados y se precipita hacia el baño.
Yo permanezco vigilante, interesada, nada escapa a mi mirada. He estudiado el yoga, lo he experimentado con mi propio cuerpo, he visto practicar millares de per­sonas. No es en la universidad donde he aprendido el arte de observar los âsanas, sino por ex­periencia. Esta tarde misma, voy a hacer nuevos descubrimientos sobre mí misma y sobre mis alumnos. El cuerpo es una má­quina compleja. Importa someter a observación diversas posturas, no una sola. Debo evitar las con­clusiones prematuras y verificar mis teorías. Me esforzaré en dejar de lado mis ideas preconcebidas y mis juicios, evitaré el juego demasiado fácil de enseñar sólo las posturas que me gustan y pro­yectar mis propios problemas y las indicaciones de mi profesor sobre mis alumnos.
Debo investigar. Ver el cuerpo entero y no solamente sus partes. Observar no consiste sólo en fijarse en la aplicación de una técnica.
He terminado mi exposición. Ahora permanezco discretamente apartada y observo a la mujer que ha traído la rosa. Tiene el rostro sereno, pero su asana que­da muy por debajo de la forma standard. Su forma de doblar los brazos en samasthiti revela un problema de cuello y hombros. La parte baja de su espalda, que permanece plana en uttânâsana, muestra rigidez y tensiones en esa zona.
Observo primero los movimien­tos rápidos para verificar la flexi­bilidad articular, luego los mis­mos movimientos ejecutados muy lentamente. Entonces las le­yes de la naturaleza se hacen pa­tentes, los músculos muestran su fuerza y debilidad. Las posturas simples son muy elocuentes.
Unos rostros aparecen impasi­bles, otros atormentados, algunos crispados, otros parecen regañar. ¿A quién regañan? ¿A sí mismos, la postura, a mí? ¿No será la expresión de una tensión muscu­lar excesiva?
El hombre  que estaba sentado tan tranquilo al principio de la clase hace ahora doce respiracio­nes en mahâ mudrâ de un costa­do y luego del otro. Respira sua­vemente, con regularidad, hacien­do una pausa al final de las inspi­raciones y de las expiraciones. El cuerpo, la respiración y la mente se unen en el asana. Tras los pár­pados cerrados los ojos permane­cen inmóviles. Otros ejecutan los asanas de forma mecánica.
Obser­vo con atención a la ex-bailarina, cuyo cuerpo expresa tan bellas formas. Su movilidad y flexibili­dad son engañosas. Ha aprendido a dar belleza a sus formas y a di­simular su dolor.Contemplarla en su uttânâsana es pura delicia. Sin embargo, ya des­pués de una respiración hecha en ardha uttânâsana, su respiración desordenada me descubre la ver­dad: el dolor y la debilidad en la parte baja de su espalda. Su cuar­to ardha uttânâsana me lo descu­bre más aún. La fatiga y debili­dad se hacen todavía más mani­fiestas. Contrasto mis observaciones. Una parte del cuerpo puede fácil­mente compensar las debilidades de otra. ¿Sus caderas sueltas no disimularán la tensión en la parte inferior de la espalda?
Mi "viril" halterófilo tiene mu­cha fuerza, pero le falta resisten­cia y flexibilidad. Recientemente se vanagloriaba de poder hacer 100 levantamientos. No obstante, se encuentra sin aliento después de dos flexiones hacia adelante. Su espalda se redondea con dolor cuando se empeña en sentarse con las piernas cruzadas.
El joven a su lado no saldría ga­nador en una prueba de halterofi­lia, sin embargo tiene realmente fuerza. Es capaz de permanecer en salabhâsana, con los brazos hacia adelante, durante numero­sas respiraciones lentas y regula­res. Tiene vigor, es decir, fuerza, flexibilidad y factores mentales en la debida proporción. Se mues­tra muy paciente en su mahâ mu­drâ. Percibe su respiración y todo lo que ocurre en su cuerpo. Se toma su yoga con seriedad. Lo he ido observando con regularidad y lo he conducido con perspicacia a posturas estáticas, teniendo en cuenta sus limitaciones. Trabaja de forma independiente, más allá del nivel muscular, mientras se observa. Sigo observándolo, mientras retengo en mi mente que la respiración entraña la ver­dadera prueba de la fuerza. Ella es la clave de la observación.
19h 30'. Me he dedicado a obser­var no sólo con los ojos, sino  con todos mis sentidos. He observado a mis alumnos en el plano físico. He visto lo que podían y no po­dían hacer, He procurado recupe­rar mi propia capacidad de intui­ción y, a partir de ahí, captar las cosas desde dentro y sacar mis conclusiones.
Sirvo tranquilamente el té y borro la pizarra. Sigo observando. ¿Quién se pondrá de pie de un salto al final de la sesión? ¿Quién se quedará confortablemente sentado, dudando en abandonar el placer tranquilo de la respiración? Observar una sesión de yoga es un arte. Sin em­bargo, requiere sin duda un saber.
Deberíamos desarrollar en noso­tros técnicas de observación. No Obstante, tan importante como esto es incrementar la relación con cada alumno en particular.
Debemos igualmente desarrollar­nos nosotros mismos. Debemos adquirir confianza (sin arrogan­cia) en nosotros mismos y abrir­nos a nosotros mismos y a los de­más. Tenemos que vivir nuestro yoga. En nuestra observación de los demás y las indicaciones que les damos cuenta mucho nuestro propio estado mental.
Margaret Pierce.
Publicado en la REVISTA VINIYOGA nº 0 (Primera época)